martes, 20 de septiembre de 2011

Una Décad... encia - por OScar

Me llamo Lorena. Mis amigas me dicen Lore. Lorena Virginia. Lo Re-Virginia me dicen. Estoy en el equipo de hockey de 5to año, y me dicen “valla invicta”. Curioso porque no soy arquera. También me halagan diciendo que soy pulcra y limpia como un quirófano, donde nunca entra un polvo. O “rodillas siamesas” . Nadie las pudo separar. También me dicen “último molar”. Muy difícil de cepillar. O yagua con escoliosis. Imposible de montar. O poéticamente, hoja de otoño. Nadie me reco…lecta. Algunas me dicen Altamira. Una cueva que está dibujada.

Lo que pasa es que siempre quise hacerlo por primera vez con el amor de mi vida. Siempre quise debutar con el padre de mis hijos. Que podría parecer una contradicción, porque si es el padre de mis hijos, entonces yo ya seria madre, por lo cual no seria virgen y ya habría debutado con anterioridad. A lo que algún molesto sabihondo me podría decir que se podría ser madre sin perder la virginidad con la implantación de óvulos fecundados ad hoc por un onanista, lo cual podría ser científicamente cierto, lógicamente irreprochable pero sumamente inoportuno si se pretende que esto sea un relato humorísticos según la consigna de nuestro profe Martín

Cada vez que algún agraciado varón pasar a los hechos de echarme a un lecho para descargar su …, digo, descargar Se, no ofrecía resistencia a no ser que me llevara al “década forward”, un elegante edificio transitorio con el enigmático cartel de promoción de turnos de 87648 horas. Es decir 3650 días que serian los 10 años efímeramente transcurridos al pasar el umbral del ansiado y mágico dormitorio. Eso me permitiría constatar la evolución que mi pretendiente contendiente tendría en un hipotético futuro marital.

Así acudí al citado dormitorio en diferentes ocasiones.

Con Gonzalo, aquel rubio platinado con el que llegamos en su moto con sus dorados rizos al viento, pero al entrar en la habitación , adiviné las incipientes entradas de su pelada cual Macri pavimentando un nuevo Metro Bus.

Con Mariano, el dulce efebo que solía recitarme románticos poemas de su autoría, hasta que entramos a la habitación y preguntó donde estaba el control remoto.

Con Maxi, ese rebelde idealista que deseaba emular a los oprimidos cual Che, y lo primero que hizo es levantar el teléfono para avisarle a su mamá que le prepare milanesas para la noche

Con Jonás el fortachón capitán del equipo de Rugby, que se abalanzó al frigobar a engullir los chocolates que apoyaba en su abdomen.

Varios fueron los exámenes de ingreso a mi femineidad que tuve que tomar a los distintos Apolos que me pretendieron, hasta que conocí a Guido, el elegido eleguido.

No me soltó la mano cuando llegamos, su mechón rubio se mantuvo sobre su frente cuando entramos, me ofreció una rosa del florero que adornaba la habitación, se desnudó ágil dejando ver sus torneados músculos y cuando tras desnudarme mientras me susurraba un bolero y dispuesto a certificarme como mujer completa, me preguntó: ¿Desde cuando tenés esas estrías?

lunes, 19 de septiembre de 2011

La versión de Etgar Keret del asesino del Premio Nobel de La Paz (Bolivia)

En el buzón me esperaba un sobre abultado. Lo abrí y conté el dinero. Estaba todo. Dentro del sobre se encontraba también el nombre del blanco, una foto de pasaporte y el lugar donde podría encontrarlo. Solté un improperio. No sé por qué, ya que soy un profesional, y de un profesional no cabría esperar un comportamiento así, pero la palabrota, sencillamente, se me escapó de la boca. No, no me habría hecho falta leer el nombre, porque había reconocido a la persona de la foto. Grace. Patrick Grace. El premio Nobel de la Paz. Un hombre bueno. El único hombre bueno que yo había conocido en mi vida y, con toda probabilidad, el hombre más bueno del mundo.
Con Patrick Grace me había visto una sola vez. Fue en el orfanato de Atlanta. Allí nos trataban como animales. Nos pasábamos los días en medio de la suciedad, apenas nos daban de comer, y si a alguien se le ocurría abrir la boca lo azotaban con el cinturón. Y a menudo, también, aunque nadie la abriera, el cinturón caía sobre nosotros. Cuando Grace fue, se cuidaron de lavarnos, y lo mismo hicieron con esa cloaca que ellos llamaban orfanato. Antes de que entrara Grace, el director nos instruyó bien: el que se queje de algo lo pagará después. Todos habíamos recibido ya lo suficiente como para saber que no estaba exagerando. Cuando Grace entró en nuestras habitaciones nos mantuvimos callados como muertos. Grace intentó hablar con nosotros, pero apenas le contestábamos. A medida que íbamos recibiendo el correspondiente obsequio, volvíamos junto a la cama. Al darle las gracias, él alargó la mano hacia mi cara. Me encogí. Creí que me iba a pegar. Grace me revolvió el pelo con una delgada caricia y sin decir nada me alzó la camisa. Por aquella época yo había abierto mucho la boca. Grace lo pudo apreciar en mi espalda. Al principio se quedó callado, pero después repitió varias veces el nombre de Jesús. Finalmente me volvió a bajar la camisa y me abrazó. Al abrazarme me prometió que nadie volvería a pegarme más. Yo, claro está, no lo creí. Nadie es bueno contigo porque sí. En aquel momento pensé que era una treta. Sospechaba que en cualquier momento se iba a sacar el cinturón para pegarme. El rato que me estuvo abrazando lo único que yo quería era que se marchara. Se marchó, y aquella misma tarde cambiaron al director y a todo el equipo. Desde entonces nadie más volvió a levantarme la mano.
A Patrick Grace no volví a verlo, pero leí mucho sobre él en los periódicos. Sobre toda la gente a la que ayudaba y las muchas buenas obras que hacía. Era un hombre bueno. Puede que el más bueno de la tierra. Él era la única persona en este feo mundo a la que le debía algo. Y dentro de dos horas iba a encontrarme con él. Dentro de dos horas debía meterle un balazo entre ceja y ceja.
Tengo treinta y un años. Durante mi vida laboral he recibido veintinueve encargos. Los he cumplido todos. Veintiséis a la primera. Nunca intento comprender a la gente que mato. Nunca intento comprender porqué. El negocio es el negocio y, como ya he dicho antes, soy un profesional. Me he hecho con un buen nombre, y en mi profesión gozar de un buen nombre es lo único que cuenta. Porque ni aparecen anuncios en la prensa ni se obtienen puntos al pagar con la tarjeta de crédito. Lo único que trae hasta mí al cliente es la absoluta seguridad de que el trabajo va a quedar hecho. Por eso siempre me he cuidado mucho de no rechazar ningún encargo. Por eso siempre me he cuidado mucho de no rechazar ningún encargo. Quien compruebe mi trayectoria no se va a encontrar más que con clientes satisfechos. Con clientes satisfechos y con cadáveres.
Renté una habitación que daba a la calle, justamente en frente de la cafetería. Le dije a la casera que mis demás pertenencias llegarían el lunes y le pagué dos meses por adelantado. Me quedaba una media hora hasta el momento en que había calculado él iba a llegar. Monté el rifle y gradué el visor de infrarrojos. Me quedaban otros veintiséis minutos. Encendí un cigarro. Intenté no pensar en nada. El cigarro se consumió y lancé lo que quedaba de él a un rincón de la habitación. ¿Quién querría matar a una persona como ésa? O el mismísimo diablo o un loco. Yo conocía a Grace, él me abrazó cuando yo todavía era un niño, pero el negocio es el negocio. Si te dejas vencer una sola vez por los sentimientos, estás acabado. De la alfombra que había en la habitación empezó a salir humo. Me levanté y pisé la colilla. Dieciocho minutos más, dieciocho minutos más y ya estaría. Intenté pensar en fútbol, en Dan Marino, en una puta de la calle 42 que me la mama en el asiento delantero del coche. Intenté no pensar en nada.
El llegó puntualmente a la hora; lo reconocí por la forma de andar, como si flotara, y por el pelo, que le llegaba hasta los hombros. Se sentó en una de las mesas de la terraza, en el sitio más iluminado, de manera que quedaba completamente de cara a mí. El ángulo de visión era perfecto. La distancia, media. Ese disparo podría hacerlo con los ojos cerrados. El punto rojo le apareció junto a la sien, un poco a la izquierda. Lo corregí hacia la derecha todo lo que pude y contuve la respiración.
Justo en ese momento pasó por allí un viejo con toda la casa metida en unas bolsas de plástico, un vagabundo, y es que la ciudad está llena de ellos. En la acera de la cafetería se le rompió una de las astas. La bolsa se le cayó al suelo y de ella salió rodando todo tipo de porquerías. Vi cómo a Grace se le tensaba el cuerpo por un instante, cómo torcía la boca muy ligeramente para enseguida levantarse a ayudar. Rodilla en tierra sobre la acera recogió periódicos y las latas vacías y las fue metiendo en la bolsa. El visor no había perdido el encuadre ni por un segundo. Su rostro era mío. Llevaba el punto rojo del visor grabado en medio de la frente como una joya hindú. Su rostro era mío, iluminado como estaba por la sonrisa que le brindaba el viejo. Como los cuadros de los santos que cuelgan de los muros de las iglesias.
Dejé de mirar por el visor. Clavé la mirada en el dedo del gatillo. El dedo se deslizaba en paralelo al guardamonte, tieso, casi retirado, sin intención alguna de actuar, no tenía sentido seguir haciéndome ilusiones, porque el dedo, sencillamente, no lo iba a hacer. Acerrojé el arma echando el seguro hacia atrás. El proyectil se deslizó fuera de la recámara.
Bajé a la cafetería con el rifle en la maleta. En realidad ya no era un rifle, porque había vuelto a convertirse en cinco inofensivas piezas. Me senté a la mesa de Grace, enfrente de él, y le pedí un café a la camarera. Grace me reconoció de inmediato. Yo era un niño de once años la última vez que lo había visto y, sin embargo, me reconoció sin dificultad ninguna. Hasta se acordaba de mi nombre. Dejé el sobre del dinero encima de la mesa y le dije que alguien me había contratado para que lo matara. Intenté comportarme con sangre fría, que pareciera que ni por un instante había sopesado la posibilidad de cumplir con el trato. Grace se sonrió y dijo que ya lo sabía. Que era él mismo quien había mandado el dinero en el sobre, que deseaba morir. Me puse a tartamudear un poco. Le dije que porqué. Le pregunté si padecía alguna enfermedad incurable.
—¿Una enfermedad? —se rió—, pues algo parecido. —Y al decirlo se le volvió a torcer la boca, como antes, con el mismo gesto que le había visto desde la ventana, y después se puso a hablar—. Desde niño padezco una enfermedad. Sólo que nadie ha intentado curármela, a pesar de que lo síntomas están muy claros. Les regalaba a los otros niños mis juguetes, nunca mentía, nunca robaba nada. Incluso en las peleas del patio de la escuela nunca tuve la tentación de devolver los golpes, sino que siempre me cuidaba de poner la otra mejilla. Mi bondad convulsiva sólo fue empeorando con los años, pero nadie quería ayudarme. Si, por ejemplo, hubiera manifestado una maldad igual de compulsiva, enseguida me hubieran llevado al psicólogo para intentar detenerla. Pero, ¿Cuándo eres bueno? A la sociedad le resulta muy cómodo ver siempre satisfechas sus necesidades a cambio de alguna que otra expresión de asombro y unos pocos halagos. De manera que yo no hice más que ir de mal en peor. Tanto, que hoy ya no soy capaz de comer sin que, en cuanto me meto el primer bocado en la boca, no esté buscando a alguien con más hambre que yo para que se termine la comida. Y por la noche no consigo conciliar el sueño, porque ¿cómo va uno a pensar en dormir tranquilamente en Nueva York cuando a veinte metros de la casa de uno hay personas congelándose en los bancos de la calle?
Aquel gesto torcido volvió a apoderarse de la comisura de su boca y todo el cuerpo le empezó a temblar.
—No puedo seguir así, sin dormir, sin comer, sin amor. Porque ¿a quién le queda tiempo para amar con tanto sufrimiento como tenemos a nuestro alrededor? Esto es una verdadera pesadilla. Tienes que entender que yo nunca quise ser así. Es como estar endemoniado pero al contrario, como si estuvieras poseído por un ángel. ¡Maldita sea! Si por lo menos se tratara del diablo, hace ya tiempo que alguien se habría ocupado de acabar conmigo, pero ¿así? —Grace soltó un breve suspiro y cerró los ojos.
—Escúchame bien —continuó—, todo el dinero está aquí. Tómalo. Sube a cualquier balcón o azotea y acabemos con esto. Es que yo no puedo hacérmelo a mi mismo, y cada día que pasa es peor. Para mí, sólo el hecho de haberte enviado el dinero, de mantener esta conversión contigo —y se enjugó el sudor de la cara— me resulta difícil, muy difícil. No estoy muy seguro de tener el valor de volverlo a hacer. Así que, por favor, sube a cualquier terraza y acaba con esto. Te lo suplico.
Me quedé mirándolo. Vi su torturado rostro, como el de Jesús en la cruz, exactamente igual al de Jesús. No dije nada. No sabía qué decir. Por lo general siempre tengo la frase adecuada y lista para ser disparada, sin importarme que sea contra un cura confesor, una puta o un agente federal. Pero, ¿con él? Con él me había convertido de nuevo en el niño asustadizo del orfanato que se encoge ante cualquier gesto brusco. Se trataba de un hombre bueno. El Hombre Bueno, nunca sería capaz de liquidarlo. De nada serviría intentarlo, porque el dedo, sencillamente, no iba a doblarse.
—Lo siento, señor Grace —susurré al fin—, es que sencillamente no…
—Sencillamente no puedes matarme —sonrió él—, no te preocupes, quiero que sepas que no eres el primero al que le pasa. Dos más ya me han devuelto el sobre antes que tú. Según parece forma parte de la maldición. Sólo que tú, con lo del orfanato y todo eso —añadió, mientras se encogía de hombros—, como cada día que pasa estoy más débil, no sé muy bien por qué había pensado que podrías devolverme el favor.
—Lo siento, señor Grace —susurré, con lágrimas en los ojos—, si yo pudiera…
—No te preocupes —dijo—, lo comprendo. No pasa nada. Deja la cuenta —sonrío al ver el billete que yo había sacado—, que invito yo. No admito discusión. Además, ya sabes, tengo que invitar yo, porque es como una especie de enfermedad.
Empujé el arrugado billete de vuelta al bolsillo. Le di las gracias y me fui. No había dado más que unos pocos pasos cuando oí que me llamaba: había olvidado el rifle.
Volví a cogerlo. Me maldije para mis adentros porque me sentía como un aficionado.
Tres días después de aquello, en Dallas, le disparé a cierto senador. Fue un disparo complicado. Doscientos metros, medio cuerpo, con el viento de lado. Murió antes de tocar el suelo
 
         

Bibiana en el país de las maravillas


Mi amiga ALICIA.


Siempre recuerdo a mi pobre amiga Alicia, éramos tan jóvenes y ella carecía de salud, no saludaba a nadie, pero a nadie he?
Tan enferma, creo que sus padres se chupaban todo y a la que le pegaba era ella, del olor nomás, la cosa que sus órganos mas débiles eran el intestino y el estómago, sus teclas estaban afec- tadas. En la escuela, se la pasaba pidiendo perdón por los prove-chitos, como ella le llamaba a un flor de eructo, pedía permiso para ir hacer lo segundo, según ella decía, lo segundo que no era lo primero, porque lo primero lo hacía un chico con el que se encontraban siempre en la puerta del baño, a ella le gustaba mucho, el era del B, yo no le cría, me decía que compartían los conciertos por radio, que estaban siempre juntos, para mi no era cierto, pero se veían así, diferentes, gente diferente, aun siendo tan jóvenes. A veces me daba un poco de envidia, ya que yo a na-die seducía y eso que de sed ni hablemos porque como que me llamo Lucia era de tomar 2 litros y medio de agua por día, me lo había enseñado mi tía. . Un día se me ocurrió contratar el servicio  de agua mineral por bidón a domicilio. Era una manera de que un hombre me visitara una vez por mes, fue buena idea porque al segundo mes que agua ni agua, el chico se quedo a tomar una cervecita y nos pusimos de novios, era un poco mas joven. Al año me dejo por una compañerita del secundario.
Deje el agua y contraté un sifonero pero vaya mi mala suerte, era el esposo de Rosa, la dueña de la perfumería y yo que moría por los cosméticos… no podía adoptarlo.

Siguiendo con mi amiga Alicia, no podía llevar al chico a su casa
claro, sus padres le avergonzaban, un día yo pasaba por ahí, salió el padre a la puerta, lo miré con lástima y me dice: no vio a Alicia? Usted sabe porque no trae el novio a casa? Que le iba a decir, ni le conteste, apenas lo saludé, si carece de salud el desgraciado.
Cuando a ella la nombraron delegada de la comisión interna del centro de estudiantes, sus padres fueron internados, una tranqui-lidad, al poco tiempo Alicia fue mejorando, empezó a verse salu-dable, los demás lo notaban pero claro como ella nunca había saludado… pasaban de largo.
Un día vino muy triste para decirme que se iba a internar,  le pregunte por que? Me dijo: Los de la comisión interna se cansa-ron de mi y ahora me siento mal. Y si le dije, en esa sala había buenos sillones! Se enojó y deje de verla, bueno igual yo ya esta-ba cansada.
La cuestión es que se me separé de ella, y ahora, después de tan-tos años me la encuentro un día lo mas campante con el del B y dos niñitos iguales.
-¿Tenes mellizos? Le pregunto y me dice extrañada…
-¿Vos tomas?
- ¡No! Le digo! Pero claro con esto de la presbicia y las lentes de contacto nunca sabes cual te pones y… trae consecuencias, le explico que tengo secuencias reiteradas de problemas visuales.
Me preguntó como estaba
-Y… lo que mata es la humedad le dije. Hablando de mata, me dijo,
- ¿Como están tus plantitas, siempre las cuidas?
-Como si fuera mi propio amante, ellas me acompañan a todos lados, a veces las llevo al cementerio a visitar a la familia.
-Se murieron todos?-
-Y si, tus papás siempre me saludan, a lo que me dice:
-Si gracias a DIOS igual que a mi, la salud los acompaña.
Me quede helada, pensando en mi futuro… la saludé y una idea fija me acompañó en el camino a mi casa, me alegró ver la luz desde lejos, todavía estaba abierto, apure los pasos y el… vino! Sume un compañero a mis plantitas pero eso si, siempre de marca!

Versión acabada sin cortes de "Conocí el secso por el ortodoncista"


Primer amor

Tan solo rozaba los dulces, inocentes y angelicales 15 años cuando mi opinión acerca de los dentistas cambió rotundamente en manos de un joven cordobés con aires de galán, Aníbal Mario su gracia. Parece ser que no le dio el fisic du rol para el canibalismo, y tuvo que conformarse con la odontología.
En cuanto lo vi, ese glorioso día en el consultorio, le recé a San Expedito, La virgen Desatanudos y el Gauchito Gil para que Él, Él con mayúscula, sea el encargado de una renovada amistad entre mi dentadura y mi sonrisa. Tanto tanto tanto lo había deseado durante esos 15 minutos, entre que lo vislumbré y se acercó a mi sillón odontológico, que el milagro finalmente ocurrió y aquel día empecé a creer en el amor omnipresente y todopoderoso. Él me conquistó con su sus manos, su tonada, su ambo, su torno, sus pinzas... ayyy, la fuerza de sus pinzas, prueba irrefutable de un amor in crescendo. No se sabe a ciencia cierta si lo que lo encandiló de mi persona fueron las amalgamas, los caninos en etapa de crecimiento, las paletas torcidas, la aspiradora de saliva colgando del labio o mi sensual forma de dialogar con sus manos en mi boca. Sea lo que fuere, la nube en la que salía flotando cada vez que abandonaba el consultorio crecía y crecía. En cuanto se cerraba la puerta del ascensor, inmediatamente empezaba la cuenta regresiva de los días que faltaban para volver.. nunca antes visto que una persona pensada pensante pensara impaciente en el próximo turno con este perverso profesional. Como un preso me pasaba tachando los días de mi condena. Castigo divino, el día que osara no hacerse presente sin siquiera dejarme en sobre aviso, o, peor aún, que deliberadamente me fuera infiel  y sin reparar en mi presencia pusiera sus manos sobre otra dentadura rebelde, qué irresponsabilidad, sabe Dios las locuras capaz de cometer una quinceañera enamorada.
Nunca creí en el horóscopo pero qué ansiedad me generaba leer cosas como: “pronto recibirás una sorpresa inesperada” (claramente era él que venía a Buenos Aires) o “su vida estará por dar un vuelco determinante para su futuro” (venía a Buenos Aires y además me proponía casamiento!) Él aseguraba que había que enamorarse de los escorpianos, yo ante la duda hacía caso ciegamente, no fuera cosa que Plutón se pusiera en mi contra y boicoteara nuestro amor. Por supuesto, nadie osaría afirmar que hacer uso de los signos del zodíaco fueran meros artilugios sutilmente utilizados para que esta inocente adolescente afirmara su creciente afecto por el pretendiente.
Los meses fueron pasando entre brackets, alambres y luz halógena, hasta que mi mayor anhelo se cumplió y mi Dios hecho persona me invitó a salir. Flotando, llegué al misterioso punto de encuentro secreto, en el café más concurrido de todo Recoleta a dos cuadras del consultorio. Ahí sí que estaríamos a salvo.
Lo que nadie me advirtió fue sobre la capacidad de una simple lágrima con azúcar de convertirse, en cuestión de días, en cientos de lágrimas saladas. Haber sabido tomaba whisky para la interrupción prematura del desarrollo de las penas ¿o eso sería considerado aborto inducido? Lo que no tenía del todo claro era si lloraba de pena o de dolor por el reajuste de la ortodoncia. Pero así seguimos, entre lágrimas y lágrimas, cuentas regresivas, llamados por unidad, emails gastados de tanto releer y suspirar... nuestra relación duró 2 años, 3 meses, 12 días y entre 3 y 4 horas, no podría asegurarlo a ciencia cierta. Bueno, a decir verdad él nunca estuvo enterado de esto... pero con la cantidad de noches en vela que me pasé imaginando nuestro futuro en la casita del pueblo cordobés con 5 hijos, 3 varones y 2 mujeres, los perros, las vacaciones en la playa, las visitas de los matrimonios amigos en el campo, la ampliación de la casa, el asado del domingo, la excepcional relación que tendría con su madre, la educación de los retoños, el primer día del padre, los regalos de aniversario... con tanta historia vivida ¿quién se atrevería a negar lo nuestro?
A decir verdad las citas fuera del ámbito médico fueron contadas con las manos, pero la promesa inquebrantable de un nuevo encuentro el primer viernes de cada mes a las 15:00 horas fue chispa suficiente para encender la llama de mi amor.
Con el paso del tiempo y ya con los incisivos, caninos, molares y premolares en su lugar, la relación (de la que el no estaba al tanto) se desgastó. Sin los brackets, kryptonita capaz de debilitar a Super (Anibal) Mario, ya no tenía armas para retenerlo junto a mi.
Lo nuestro no pudo ser, en realidad, nunca me habían gustado los dentistas.


María, así como la ves, con sus 48 kilos, se carga nomás al grone

¿Lo de Obama no? sí, fue super importante para mi carrera y todos me recuerdan por eso pero antes ya había incursionado en las ligas mayores de homicidas a sueldo de mano de profesionales del rubro como Schoklender, el petiso orejudo y Robledo Puch. Ellos fueron mis grandes mentores, el Parricidio e Infanticidio claramente se los debo a ellos. El Matricidio, el Soricidio, el Fratricidio y el Filicidio fueron por problemas hogareños, prefiero no hablar de temas personales. En cambio, el Uxoricidio, el Democidio, el Femicidio, el Pogrom y el Regicidio porque si_dió...
Los juzgaron como homicidios dolosos, pero debieran ser culposos, aunque mi terapeuta dice que tenemos que seguir trabajando para arraigar mi recurrente sentimiento de culpa.
Lo del affair con Bin Laden fue un invento para desacreditar mi inminente carrera, lo mio fue 100% profesional, me llamaron y me dijeron: Osama te quiere en el “Bajando a Obama”. Pero no lo conocí hasta que empezó el programa. El Magnicidio era mi deuda pendiente hace rato...  Imaginate que con semejantes maestros de la muerte como Barreda y Yiya Murano en el jurado no podía decir que no, ni hablar del muerto de Sofovich, el nivel exigido era altísimo.
Durante meses practicamos con todo tipo de armas para liquidar al objetivo: ametralladoras, espadas, artes marciales, boxeo, jabalina, bazucas, explosivos caseros, armas químicas, harpon, granadas, cañon de guerra, lanzas, hachas, machetes, mazas, alabardas, ballestas, dagas, liquidación impositiva ...
En el medio me llamaban de Descanse en Paz,  de Tétrica y Mortal, de Linchelo usted misma... me ofrecían cientos de tapas, después hasta los tuppers. Sin embargo el mundo del espectáculo no es nada fácil y menos cuando llegás con semejante entrada: Zulema, la matadora me decían. ¡Zulema la matadora! Lo primero que pensaba la gente era en el innombrable, yo me propuse limpiar el nombre de todas las Zulemas del mundo con un acto que no fueran a olvidar jamás a través del “Bájelo...” Nunca creí que llegaría tan lejos. Pero gracias a mis couchs, mi nutricionista, mi cirujano el Dr. Molde,  mi coiffeur, mi terapeuta, mi psiquiatra y los 125 colaboradores que me acompañaron en todo momento, me con_sangré en el show.
Una vez concretada la liquidación final, me llegaron varias propuestas para el año siguiente pero tanta exposición mediática me estaba sacando del camino. Mi trabajo ya no me producía el mismo placer que antes, de vacaciones ya no tenía ganas de homicidios, sangre ni armas
Mi familia, la que sobrevivió, se preguntaba a donde había ido a parar la Zulema que habían educado ¿qué me está pasando? ¿Qué estoy haciendo con mi vida?


lunes, 12 de septiembre de 2011

Autoayuda (A.C.A.) - OScar

AUTOAYUDA

¿80$? ¿80$ por arreglar una plancha? Ni loco, le dije al del taller de reparaciones.

Después de todo, ¿Quién necesita una plancha?. Pude averiguar en Internet, un estudio donde dice que la ropa arrugada abriga tanto como la planchada. Y ni hablar de la electricidad que se ahorra.

Todo anduvo bien, hasta que salí con mi queridita Lucia. ¿Podrías venir mejor arreglado cuando salís conmigo? me dijo. Para no tener que explicar mi problemática con el artefáctico eléctrico no reparado, le dije que había venido en el colectivo lleno y que me habían estrujado hasta los ojales. Y para no tener que discutir con mi cuchi cuchi arrugofóbica, me atuve a la prolijidad en el mantenimiento de mis prendas. Primero utilicé la técnica Dolina. Poner el pantalón abajo del colchón y dormir una siesta aplastadora y reivindicatoria de la tersura original de los lienzos, arriba. Pero esto me insumia 2 horas, que no podría asegurar que desperdiciadas, en esta menuda tarea doméstica. Luego probé la técnica de calentar la sartén en la hornalla, y usarla como plancha. Pero desistí a la 3er salpicadura del aceite que suelo económicamente guardar en el referido utensilio hasta la cuarta fritanga de papas ídem.

Esta sucesión de fracasos, no dejó de dejarme un dejo de mensaje esperanzador. Yo estaba tratando de solucionar los problemas por mi mismo, y bien podría entonces arreglármelas para arreglar la plancha por mis propios medios. Así que decidí comprarme un libro que me explicara: Auto ayúdate: Arreglatela solo . Revisé los ítems de los capítulos. Mejore su autoestima, Aprenda a hablar en público, Domine su pereza, Trate de ser un poco menos nabo. Busqué en la letra P. Paciencia, perseverancia, persuasión, persistencia, plancha. Si, ahí estaba lo mío.

Quedó bastante bien el arreglo. Y a partir de ahí, mi autoestima se fortaleció como para emprender cualquier problema de la vida, sin necesidad de pedir ayuda. Yo solo me podía autoayudar. Basta de pedirle al chofer que me marcara el importe del boleto. Yo solo accionaba los botones del tablero del conductor. Tampoco le pedía que se detuviera en tal parada. Yo solito me autoayudaba en mi necesidad de que el vehiculo se detuviera, accionando por mi mismo el freno de mano. En los negocios no solicitaba que me cobraran. Solito me autoayudaba a venderme. Es mas, me preguntaba yo mismo que quería llevar.

Y con mi amoruchi Lucia, también decidí que no necesitaba que ella respondiera mis preguntas. Yo solo podía autoayudarme contestando mis preguntas en lugar de ella. ¿Queres que ponga el partido? le preguntaba, y sin esperar que ella se tomara la molestia de ayudarme resolviendo mi pregunta, yo mismo me autoayudaba contestando “Si, justo me moría de ganas de ver el partido”. O, “¿vas a comer lo que queda de helado?” le preguntaba a mi media toronja, y yo mismo contestaba por ella “no, comelo todo vos porque yo estoy muy gorda y tengo mucha celulitis”.

Se nota que mi amadísima comprendió mi nueva filosofía, porque cuando le dije que ardía de frenéticos deseos de liberar mi libido con ella, me contestó: “¿Por qué no te autoayudás solito?”

sábado, 10 de septiembre de 2011

Ejercicio 3: El día de un sicario después de asesinar al premio nóbel de la paz - Sebastián

¡Basta de los gastados chupines de Charlie Manson o las insufribles gafas del Unabomber! El flamante asesino de Obama nos demuestra que los psicópatas también pueden estar a la moda.

Los testigos que lo vieron el sábado nos cuentan que tenía un saco americano cruzado, de doce botones, color azul marino (Canali U$S 1.495), bien cerrado para enfrentar el frío en el Washington Memorial y con un fular bien abrigado haciendo juego (H&M $650) que también le daba un look casual. Los jeans rústicos de denim claro (Dr Denim U$S 430) no hacían más que reforzar un look que no desencajaba con la multitud que había ido a ver al presidente. Los más atentos notaron que llevaba unas zapatillas Nike Air 220 (Nike U$S 160). Una elección arriesgada considerando el resto del conjunto pero son algo que además de sumar eclecticismo, permiten moverse con sigilo y son ideales para una rápida huida.

La siguiente vez que lo vieron fue recién al mediodía del día siguiente, en un pequeño restó en Soho disfrutando de un anagash de hojas verdes coronado con unos papines, que los testigos dicen estaba para chuparse los dedos. Había cambiado el saco por un cardigan de cachemira (Tom Ford U$D 1.500), elegante y perfecto para el invierno. Ahora que no hay que correr, las zapatillas Nike habían desaparecido y en su lugar están unos Oxford de cuero claro (John Lobb U$S 1.640). Dicen que hizo una buena sobremesa pero lo vieron mirando la hora en su Tudor Heritage Chrono (Tudor U$S 4.600) más de una vez.

Unas horas después lo vieron vistiendo un skinny blazer color carbón (Topman 240 libras), una sobria camisa blanca (U$S 220) con una corbata color carmesí intenso, de seda italiana, impresionante (Gucci U$S 450) que hizo que aun cuando los disparos de los oficiales le hubieran impactado diecisiete veces la sangre pareciera una parte más del conjunto. Finalmente fue visto en una sobria bolsa de polietileno ecológico negra, con el único detalle del cierre metálico en un pulido color plateado, impermeable y fácil de combinar (Wallmart U$S 15).

viernes, 9 de septiembre de 2011

El sí fácil y la bestia

3er banco fila derecha  fue mi ubicación al entrar al aula de mi primer grado lo recuerdo con total claridad, sentadito con muchas expectativas en ver quien seria mi nuevo compañerito, y seguramente mi nuevo amiguito  de toda esa nueva experiencia que seguramente también  compartiría inolvidables tardes de fútbol,   jugaríamos a la mancha y a todos los juegos brutos que acompañaron toda  mi infancia  hasta ese momento.
 Pero de repente toda mi ingenuidad fue interrumpida por completo al ver una hermosa niña ingresando al aula con dos largas trenzas rubias dueña de unos ojos de un color azul que me dejaron sin palabras, seguí el recorrido de sus pasos sin dejarla de mirar  un segundo, la examine de pies a cabeza  su diminuto cuerpito se llevaba toda mi atención hasta que de repente veo que se acerca a mi y  me pregunta dulcemente. Me puedo sentar?  Mecánicamente y sin pensarlo respondí Si! me mira la miro me quedo observando su belleza, y ella no para de hablarme, no para de moverse  no para de sacar todas sus cosas de su mochilita,  no para de hacer varias  cosas a la ves, pero ella sin embargo se dio cuenta al segundo de mi gran  debilidad no saber decir que no
. Al minuto ya comenzó a aprovecharse de mi y se adueño de prácticamente todo el banco acomodando sus cositas ella seguía hablando hacia muchísimas cosas a la vez,  que me mariaba, fácilmente me di cuenta que era un poco mas inquieta mas curiosa y mas inteligente; durante  la espera de nuestra primera maestra me pregunta como te llamas? le respondí amablemente ALBERTO  le pregunte cordialmente y vos? Y de esa delicada boca escuche el nombre que meses después comenzaría a odiar y detestar con toda mi alma  en  todos mis días en el colegio YO-LAN-DA minutos después  y estirando su delicada manito escucho queres ser mi amigo? En ese momento jamás imagine que ese tímido Si seria el primer paso de mi larga maratón asía la desgracia. Ella siguió abusándose de mi grave problema para decir no y empezó a disfrutar de mi debilidad. A partir de ese momento pase a ser su compañero en todos sus juegos  que todo el mundo le decía que no yo era el único que decía que si, esto sucedió durante años pero ya llegada la adolescencia esto se hacia menos llevadero al darme cuenta que yo nunca disfrute de lo que realmente quería y solo hacia todo lo que quería y tenia ganas ella.  Porque automáticamente tenía mi aprobación seguido de preguntas como, Beto  jugas a la rayuela?, Beto no me haces la tarea? Beto me servís jugo? Nunca pude decir que no,  y cansado de darle mi ultimo bocado de alfajor en todos los recreos  fui al psicólogo quien me dijo que tenia que limpiar mi mente de sentimientos de simpatía para con los otros y que la receta para eso era una pizca de indiferencia, una cucharada de orgullo y un taza de desprecio asía los demás pero yo no podía ser le indiferente no podía despreciarla era muy grande el encanto que tenia asía ella, Encanto que se llevo en su totalidad la adolescencia día a día le florecían en su ex piel de porcelana entre 3 y 5 protuberancias casi del tamaño de sus enormes ojos azules los cuales fueron tapados por unos enormes anteojos  de grueso armazón marrón para poder sostener el peso de esos cristales casi del tamaño de una óptica de un automóvil , sus hermosas trenzas desaparecieron dejando al aire libre un pelo pajoso y desprolijo que acompañado de un mala decisión del peluquero le daban forma de canasta de mimbre a su cabeza, su diminuto guardapolvo quedo muy lejos y fue remplazado en unos pocos meses en uno  guardapolvos de adulto lo único que mantuvo de aquel primer día fue su altura seguí conservando su metro 15, cada día era una pesadilla a su lado pero no podía decirle que no a nada intente infinidades de veces solo en mi casa frente al espejo con toda clase de no, no con brazos cruzado, no con brazos extendidos, no acompañándolo con movimiento de dedo,  No acompañando con el brazo ,no separándolo N-O, no con distintas tonalidades ,no a los tenista noooooo. Pero al cumplir 16 años un día me dice queres ir a la plaza obviamente dije si, al llegar y acomodarnos en un banco tomando dos helados que ofreció ella y para no perder la costumbre volví a aceptar llego una pregunta que jamás pensé que iba a dar fin a mi pobrema , totalmente distraído mirando la calle ya había perdido el placer de ver sus labios cuando se movía solo le prestaba una oreja  quería evitar  ver su aparato dental  rebalsando de restos de almuerzo y quizás de la cena anterior , cuando llego la pregunta que nunca imagina que daría por culminado mi problema de no poder decir que no y escuche dulcemente su vos ya no tan dulcemente como el primer día.. Queres ser mi novio?

lunes, 5 de septiembre de 2011

Mi Amiga Alicia - Bibiana

Mi amiga ALICIA.
Siempre recuerdo a mi pobre amiga Alicia, éramos tan jóvenes y ella carecía de salud, no saludaba a nadie, pero a nadie he?
Tan enferma, creo que sus padres se chupaban todo y a la que le pegaba era ella, del olor nomás, la cosa que sus órganos mas débiles eran el intestino y el estómago, sus teclas estaban afec- tadas. En la escuela, se la pasaba pidiendo perdón por los prove-chitos, como ella le llamaba a un flor de eructo, pedía permiso para ir hacer lo segundo, según ella decía, lo segundo que no era lo primero, porque lo primero lo hacía un chico con el que se encontraban siempre en la puerta del baño, a ella le gustaba mucho, el era del B, yo no le cría, me decía que compartían los conciertos por radio, que estaban siempre juntos, para mi no era cierto, pero se veían así, diferentes, gente diferente, aun siendo tan jóvenes. A veces me daba un poco de envidia, ya que yo a na-die seducía y eso que de sed ni hablemos porque como que me llamo Lucia era de tomar 2 litros y medio de agua por día, me lo había enseñado mi tía. . Un día se me ocurrió contratar el servicio de agua mineral por bidón a domicilio. Era una manera de que un hombre me visitara una vez por mes, fue buena idea porque al segundo mes que agua ni agua, el chico se quedo a tomar una cervecita y nos pusimos de novios, era un poco mas joven. Al año me dejo por una compañerita del secundario.
Deje el agua y contraté un sifonero pero vaya mi mala suerte, era el esposo de Rosa, la dueña de la perfumería y yo que moría por los cosméticos… no podía adoptarlo.
Siguiendo con mi amiga Alicia, no podía llevar al chico a su casa
claro, sus padres le avergonzaban, un día yo pasaba por ahí, salió el padre a la puerta, lo miré con lástima y me dice: no vio a Alicia? Usted sabe porque no trae el novio a casa? Que le iba a decir, ni le conteste, apenas lo saludé, si carece de salud el desgraciado.
Cuando a ella la nombraron delegada de la comisión interna del centro de estudiantes, sus padres fueron internados, una tranqui-lidad, al poco tiempo Alicia fue mejorando, empezó a verse salu-dable, los demás lo notaban pero claro como ella nunca había saludado… pasaban de largo.
Un día vino muy triste para decirme que se iba a internar, le pregunte por que? Me dijo: Los de la comisión interna se cansa-ron de mi y ahora me siento mal. Y si le dije, en esa sala había buenos sillones! Se enojó y deje de verla, bueno igual yo ya esta-ba cansada.
La cuestión es que se me separé de ella, y ahora, después de tan-tos años me la encuentro un día lo mas campante con el del B y dos niñitos iguales.
-¿Tenes mellizos? Le pregunto y me dice extrañada…
-¿Vos tomas?
- ¡No! Le digo! Pero claro con esto de la presbicia y las lentes de contacto nunca sabes cual te pones y… trae consecuencias, le explico que tengo secuencias reiteradas de problemas visuales.
Me preguntó como estaba
-Y… lo que mata es la humedad le dije. Hablando de mata, me dijo,
- ¿Como están tus plantitas, siempre las cuidas?
-Como si fuera mi propio amante, ellas me acompañan a todos lados, a veces las llevo al cementerio a visitar a la familia.
-Se murieron todos?-
-Y si, tus papás siempre me saludan, a lo que me dice:
-Si gracias a DIOS igual que a mi, la salud los acompaña.
Me quede helada, pensando en mi futuro… la saludé y una idea fija me acompañó en el camino a mi casa, me alegró ver la luz desde lejos, todavía estaba abierto, apure los pasos y el… vino! Sume un compañero a mis plantitas pero eso si, siempre de marca!

Querido Octavio - Bibiana

Querido Octavio!
Siempre recuerdo nuestros encuentros furtivos detrás del convento a la hora de la siesta cuando mis padres dormían placidamente su borrachera del medio día, en realidad nunca me detuve a pensar el porque de esos hábitos, solo se que en ese momentos me parecían utilitarios ya que el encontrarme contigo favorecía mi digestión, aunque no me permitía eliminar los gases que acudían a mi vientre o los eructos que disimulaba con mi delicada man, cuanto o!
Fuiste acostumbrándote de a poco a mi pobre cuerpo delicado
Esa última misiva tuya me llenaba de esperanza, porque mientras realizaba el tratamiento que te mencioné en mi carta, estuve em-barcada en la lectura, sobre todo desde el día que leí “La mujer transgresora” junto con “terapia de vidas pasadas” “ El cuerpo tiene sus razones” y “ Pollitos en fuga” había descubierto un sinfín de conocimientos que me permitirían un cambio, esta niña sacaría de su cuerpo todos los deseos dormidos y puestos en un físico dolor . Ha y no debo olvidarme de “La enfermedad como camino” Este me ayudo a entender de la herencia alcohólica que han depositado mis progenitores en mi pobre personita, claro he sido un fruto inmaduro de noches de lujuria mezclada con los mejores elixires, a veces me daba vergüenza comentarle a tantos profesionales, a los que he concurrido con frecuencia que mis padres fueron atacados con una cirrosis galopante y murieron los dos juntitos tomados de la mano en el sótano de nuestra finca frente a una vinoteca parlante que les indicaba cual era la próxima bodega que iban a degustar, porque si, todo era de última tecnología, de última generación, bebidas de alta gama.
El dinero heredado de mis abuelos se destiló de a poco hasta darlo por perdido. Cuando me preguntaban de que habían muerto mis padres yo inventaba una historia triste, decía, en su último viaje al Africa había contraído una enfermedad fatal que había sido contagiada de los esclavos que los acompañaban en sus expediciones. Mi miraban con compasión!
Paso a releer nuestras últimas cartas esperando ansiosa el momento al que te refieres en ella.
Octavio! Cuando me has comprendido! Recuerdo algunos párrafos de mi última misiva, este loco amor me tenía tan enferma, mi ardor estomacal que se repetía y me dejaba sin respiración, esos vómitos de bilis que demostraban claramente la profundidad de mi inocultable amor, realmente seguir mante-niendo mi virginidad era un trance muy amargo, no había medi-cación inyectable o por boca que calmara este loco fuego, ni si-quiera los supositorios traían alivio. Mi piel con ese sarpullido rojizo se me llenaba de escozor. Recuerdo que ya no podía realizar mis tareas cotidianas, cada vez que subía a un transporte la gente huía pensando que era la viruela, yo les decía estoy vacu-nada, pero nadie lo creía !
Las várices se habían inflamado de manera explosiva! Y las vendas estaban tan caras!
Te amaba mas allá de mis sentidos, no veía, no sentía gustos ni olores, solo escuchaba el latido de mi corazón!
Los chocolates, las nueces, las frutas secas, desarrollaban más mi instinto, recuerdo tantas veces pensé en mi entrega y en la prueba de amor que tanto me pedías, pero por no declinar y entregarme al sexo contigo, en mis dedos índice y mayor el gel había producido unas quemaduras que no dejaban de sangrar. Por todo eso fue que te explique de mi internación por un largo tiempo para luego ser tuya para siempre.
A todo esto Octavio tu respuesta esperanzada me la aprendí de memoria desde el primer día:
Negrita! Se que hierves desde tu estómago hasta tus tobillos por este irrefrenable amor, no te entristezcas por mi ausencia ya que cuando vuelva besare una a una esas marcas rojizas que te llenan de escozor. Masajeare tus várices con tanta pasión que el dolor se te quedara olvidado para siempre y si aun queda alguna herida beberé tu sangre como el mas dulce elixir.
Visitaré las islas del mar EGEO y juraré ante Afrodita la diosa del amor que mi dulzura hará de ti la mujer mas dichosa, me bañare en esas cálidas aguas y orare por ti ante semejante majestuosidad para que tu cuerpo consiga esa frescura que mereces, que tus llagas vayan regenerándose de a poco y tu imagen muestre a esa mujer transparente que siempre deseaste.
Como tu recuperación será un tanto larga deberé sufrir mucho tiempo en soledad, por tanto Marruecos será el próximo destino.
Ansío el día que podamos unir nuestros destinos, quizá en alguna capilla hospitalaria, y nuestro cuerpo y nuestra alma estén juntos para siempre en tu corazón y en el mío, tuyo Octavio!
Desde hace algunos años esta capillita esta en construcción, esperar por ella tal vez será demasiado, además Octavio pienso que ya habrás rezado tanto que mi cuerpo está repuesto de manera rozagante, para que te convenzas de ello me han dado permiso para buscarte por las playas de Marruecos, el único impedimento es que necesito dos asientos para viajar en el avión!
Si puedes colaborar con el pasaje? Estoy dispuesta ha entregarme en cuerpo y alma!!

Librame de esto - Bibiana

En esta vida mas de uno debe haber dicho -Señor… LIBRA me de esto!
Doy cuenta de mi signo, creo que es el mejor, es lo único porque enorgullecerme!
Siempre busco el equilibrio aunque veces el alcohol no me lo permite!
Tengo mucho sentido de la es-TETICA, por eso nunca gaste en cirugías!
Siempre pienso en el beneficio de los otros. No es casual que este sola!
Incursiono en el arte, curadores abstenerse!
Siendo esta presentación astrológica algo densa pasaré a desarrollar otras cualidades que me caracterizan!
Desde muy chiquita me crié con tres hermanas mayores, desde muy grande sigo sintiéndome chiquita!
Era una nena gordita, admirable para la época, con bucles rubios, ojitos un poquito tristes, simpática, la mas cariñosa de la familia aunque eso decía mi tía, cosa que es hasta ahí creíble!
Esa tía que odié en mi cumple de 15 porque mi mamá me obligó a ponerme unos aros de oro, para mi gusto totalmente de vieja, aros criollos le decían, a mi siempre odié el folklore, el tango y mi gordura, desde pequeñita he!
PSIC: A ver si puede contarme algo de sus hermanas mayores.
Que quiere que le diga, entre nosotros no? Tres brujas envidiosas que me hacían sentir “Yo la peor de todas” Si, me envidiaban todo, dicen que yo era una malcriada, le parece? Si hubiese sido una malcriada no estaría sen-tada acá perdiendo el tiempo, va, desde hace treinta años que vengo perdiendo el tiempo y si hubiese puesto en el chanchito azul que aun conservo con toda la ilusión de que un día le de una indigestión… de lleno nomás,
Hubiese conocido el mundo y un poquito mas…
PSIC: Usted decidió siempre sus tratamientos no?
Y si el primero en realidad me mando la maestra jardinera
PSIC: Ha desde muy chiquita!
No, la maestra jardinera de mis blancas palomitas, de mis pequeños capullos, de mis dulces niñitos, tan bonitos y un poquitín traviesos diría yo.
Claro, en los 70, las maestras por atrás y en vos baja, decían y que queres son hijos de separados.
Confieso que la última profesional me aclaraba, usted no esta separada, usted fue abandonada, me lo repetía en varias, mas que varias creo que en muchas oportunidades, seguro que era para conmoverme y hacerme derramar alguna lagrimita, yo a esta altura no te derramo nada.
PSIC: Le cuesta relacionarse con las emociones.
Usted también con eso, mire, yo pienso, luego existo!
La profesional anterior, va, su colega decía que mi problema era analizar todas las situaciones, y si mas bien, con cinco años de psicología social, tres de psicodrama. Treinta años de FREUD Y LACAN, ahora son mis compañeros nocturnos, no se crea que los utilizo para fantasías eróticas, no, antes de dormir analizo las situaciones vividas durante el día, vio que algunos hacen un examen de conciencia, otros rezan, yo no, les hablo y ellos me responden, me ponen las clavijas donde se debe. Nunca una alegría, pero la cosa que al día siguiente estoy como nueva.
Suena el te y chau me llama alguna de mis hermanas o de mis viejas ami-gas, por no decir mis amigas viejas para hablarme de sus penurias, dolores, achaques y demás, cuando mucho del club de jubilados, y ahí si, me pongo la pulserita roja, el sahumerio, medito un rato, antes de irme, para sacarme todo ese daño, ese mal de ojo, esa envidia!
PSIC: Antes le dije si podía hablarme de sus hermanas mayores, querria hacerlo?
Si, me envidiaron de jovencita, porque claro yo con esa rebeldía de un solo bolsillo, de alguna manera hacía lo que quería, porque el otro siempre estaba lleno de culpas. Mentirosa, pecaminosa, aunque hasta ahí nomás, de la enagua no pasaba, impenetrable la mina, y boluda porque total de cualquier modo era pecadora!
Me envidiaban de mas grandecita ya que a los 27 me separe, perdón me abandonó, según su colega, con dos hijos y medio. Claro tenía que ir a trabajar, parar la olla, mientras ellas se quedaban en casa con los gritos de los pibes y la neurosis de sus maridos, si hay tipos neuróticos esos eran mis cuñados, dos encontraron la paz y el otro sigue un poco mas mayor y mas aplacado. A uno de ellos lo quería mucho, con el otro no nos despedimos, no me hablaba hacía unos cuantos años, una lástima yo que le quería mandar saludos al de allá porque uno nunca sabe vio? Asi se familiariza y soy bien recibida!
Ha le tengo que comentar algo muy lindo es un taller que comencé la semana pasada me cague de la risa mal, perdonando la expresión! Una gente con muy buen nivel de escritura, mucho ingenio, gracia y creatividad.
Mire es la hora, así que haremos una síntesis, primero una presentación bastante fría donde lo único tierno es esa nenita con ojos tristes, luego esos aros criollos en forma de argolla, argolla, claro sexualidad, sexualidad reprimida desde los 15 años, o reprimida con algun criollo, aunque nunca salí con alguien del campo, luego apareció la gordura, aja, represión por la gordura, la música folklore claro la misa criolla de ahí salía la represión, lo tengo clarísimo, ya está.
Luego aparecieron mis hermanas, la envidia, el mal de ojo, me quedo clarísimo, me hicieron un trabajo, mire licenciada, usted me ayudo muchísimo, primera y ultima vez, porque ya mismo saco un turno con un curandero que me recomendaron, que limpie todo, primero a mi, después mi casa, si usted quiere darme una prenda se la llevo y le quita el daño que tenga! Si es amor me da un bombachita, o un libro si es de trabajo, en fin de lo que séa usted me da!
Bueno dejamos acá ha sido un gusto, cuanto le debo?

jueves, 1 de septiembre de 2011

Mapas en tatuajes



El humor como mapa: dos ejemplos en Les Luthiers y en Groucho

La fabulosa canción que mandó componer Groucho para una película porque él mismo estaba más cerca de Harpo que de la guitarra, Lydia, la chica tatuada, elude la censura con una gracia sin par. “Puedes aprender un montón de ella, es mucho lo que te puede ENSEÑAR” (y va describiendo todos los datos enciclopédicos que se advierten en diversas zonas de su anatomía con picarescos dobles sentidos y versación inigualables).

Décadas después Les Luthiers desentierra de lo profundo de su subconsciente la idea de un mapa tatuado a lo largo del cuerpo y la aplica para poner en boca de Daniel Rabinobich dobles sentidos como “no les muestro Italia porque quedaría feo” o “tengo miedo, me tiembla toda Europa”.

Tanto cuando analizamos como unidad de medida la palabra, como cuando lo hacemos con conceptos que encaja el humor inteligente precisamente porque no corresponden a una buena inteligencia, incurrimos en esta misma mecánica de establecer un sistema de equivalencias. Ya sea una homofonía (como, en mi caso hablar de una nueva entrega actoral de mi hermana, jugando con el sentido de que la estoy entregando) como en una homologación improcedente (el fútbol y los filósofos) existe la lógica de que determinada cosa encuentre un equivalente en determinada otra, la base del símbolo que nos distingue de los animales (si bien la mayoría de nuestros gestos no son símbolos sino conductas animales universales inhibidas como demostró en su brillante libro Darwin).

Borges, como veníamos viendo, tiende a magnificar, nunca a empequeñecer. Sus recursos sucintos sirven siempre para dar una idea de vastedad inconmensurable. Por eso le gustan los chistes de que alguien pretendió hacer un mapa perfecto, pero que lamentablemente ocupaba el tamaño del terreno que pretendía describir. No otra cosa que un mapa que ocupa el terreno que pretende describir es “Pierre Menard, autor del Quijote”: a Funes, el memorioso, le llevaba un día entero recordar un día de su vida. Ya vamos a estudiar sus recursos no categorizados. La repetición innecesaria en “El padre Bartolomé de las Casas sintió infinita piedad por los indios que se extenuaban en las minas de oro antillanas y mandó a importar negros para que se extenuaran en las minas de oro antillanas”

Mientras ustedes puedan dejar asentado un sistema de equivalencias en un marco referencial, pueden jugar con los órdenes más dispares y cuanto más rigurosamente lo sigan más gracioso será. Como los elaborados insultos de los cronopios en Cortázar, como el diccionario de insultos de “Barcelona” o el del argentino exquisito de Bioy Casares que descorrió el velo respecto de lo absurdo de nuestro snobismo, podríamos reducir todo fenómeno humorístico a un corpus que lleva inscripta una señalética, una fisiología que se pretende geografía. Como si pudiera aparecer un cartelito en la frente de mi tía que dijera “atención, a cinco minutos, desvío de la atención”.












presentación de Gonzalo

No se quien soy .Crei que era abogado pero termine siendo un escritor que dice una sarta de boludeces.Tengo treinta y nueve años y estoy por entrar en la decada infame por cumplir los cuarenta.Mis padres dicen que no tengo sentido del humor y que todo lo veo mal.Es cierto me olvidaba de decirles que soy como Mister Magoo porque al igual que el no veo ni una goma al pasar.Mi ex me dejo porque estaba deprimido y no sabía contar chistes.Un tio abuelo mio me dijo que estaba loco y que debían internarme de por vida en un manicomio ,cosa que tome al pie de la letra ya que a los pocos mess estuve internado en una clinica psiquiatrica.El motivo fue que a un médico le molesto que me gustara ver a las mujeres durtmiendo y que por haber despertado a algunas de mis ex era un motivo grave e ontolerable que debía ser resuelto cuanto antes.En fín no los quiero aburrir con mi estupido relato de mi breve paso por esta vida.Tambíen me dijeron que formaba parte del laberinto del terror porque me gustan las cosas raras.Bueno perdon por mi mal relato y hasta la proxima

fracaso amoroso (Oscar)

FRACASO AMOROSO
Veamos. Woody Allen dice que la Comedia, es Tragedia mas tiempo. ¿Pero cuanto tiempo?. Yo me separé hace 5 años, y todavía la Terapia no me habilitó para reírme del tema. Así que pasemos a lo posterior al divorcio. Cuando tras 15 años de matrimonio estable, tuve que volver al impredecible e incierto mundo de las citas, los levantes y las conquistas.
Esto me generaba mil interrogantes. ¿Cuáles son los boliches de moda? ¿Cómo hay que vestirse? ¿Cuántas son las citas necesarias para acceder a un beso o al premio mayor? ¿El espécimen macho sigue pagando y pasando a buscar a la hembra, o el feminismo y Darwin cambiaron las reglas del cortejo de la especie?
Lo primero que descubrí, fue la existencia de 2 inventos ausentes en mi lejana época de soltería y cazador. El celular e Internet. Y con Internet, una maravillosa cantidad de páginas para conectarse con mujeres sin necesidad de afeitarse ni ponerse un calzoncillo no agujereado. Por una vez, la historia y la tecnología favorecía a los tímidos y cobardes que podiamos intentar un primer aproach desde el anonimato tras la PC, que nos evitaría los bochornosos papelones del infame rebote y corte de rostro.
Ante las promesas de harenes de mujeres lujuriosas que me proponían diversos sitios Web de Citas, decidí inscribirme en uno de ellos, para lo cual tuve que contratar un agente de marketing que me asesora a crear mi perfil para poder venderme cual nuevo detergente a las ansiosas consumidoras.
Primer paso. Elegir un nick. Apodo o sobrenombre, se decía en mi época. Empecé a tirar ideas a mi asesor: “¿Dominante?” “¿Conciliador?” “¿Aceptador?” o “¿Sumiso?”.
O “¿Afectuoso?” “¿Cariñoso?” “¿Besador?” o “¿Cargoso?”.
O “¿Incansable?” “¿Predispuesto?” “¿Cumplidor?” o “Si no hay una película buena en la tele”.
Optamos por un intermedio e intrigante nick de “Víctor Cosme”
Luego pasamos a la descripción de mi persona. Yo primero pensé encararlo como hacia con mis curriculum y puse: “3 años de experiencia con una histérica”, “8 meses con una conflictuada”, “1 touch and go con una cuñada” y “1 noche con un travesti que no vale, porque de borracho no cuenta”.
Optamos por obviar los antecedentes, por que las mujeres no quieren escuchar sobre sus antecesoras, aunque después no cesen de preguntar sobre el pasado y prontuario de uno.
Pasamos a la foto. ¿Que look elegir? ¿Look adonis en sunga metiendo panza?
¿Look deportista, jugando al tejo?. ¿Look intelectual leyendo el manual de instrucciones de la tostadora? ¿Look paternal , limpiándole los mocos a mi hijo?.
Viendo como cada vez se complicaba mas integrarme al mundo de los contactos amorosos internéticos virtuales, mi asesor de marketing optó por comprarme una bonita musculosa, con mi número de teléfono impreso y la leyenda “Disponible”.

romper el chanchito (Etgar Keret)

Romper el cerdito (Etgar Keret)

breaking the pigMi padre no accedió a comprarme un muñeco de Bart Simpson. Y eso que mi madre sí quería, pero mi padre no cedió y dijo que soy un caprichoso.

-¿Por qué se lo vamos a tener que comprar, eh? –le dijo a mi madre- . No tiene más que abrir la boca y tú ya te pones firme a sus órdenes.

Mi padre añadió que no tengo ningún respeto por el dinero, que si no aprendo a tenérselo ahora que soy pequeño, ¿cuándo voy a hacerlo? Los niños a los que les compran sin más muñecos de Bart Simpson se convierten en mayores en unos maleantes que roban en las tiendas porque se han acostumbrado a conseguir todo lo que se les antoja de la forma más fácil. Así es que en vez de un muñeco de Bart Simpson me compró un cerdito feísimo de cerámica con una ranura en el lomo, y ahora sí que me voy a criar siendo una persona de bien, ahora ya no me voy a convertir en un maleante.

Lo que tengo que hacer a partir de hoy, todas las mañanas, es tomarme una taza de cacao, aunque lo odio. El cacao con nata es un shekel; sin nata, medio shekel, pero si después de tomármelo voy directamente a vomitar, entonces no me dan nada. Las monedas se las voy echando al cerdito por el lomo, de manera que si lo sacudo hace ruido. Cuando en el cerdito haya tantas monedas que al sacudirlo no se oiga nada, entonces me regalarán un muñeco de Bart Simpson en patineta. Porque como dice mi padre, eso sí que es educar.

El caso es que el cerdito es muy lindo, tiene el hocico frío cuando uno se lo toca y, además, sonríe al meterle el shekel por el lomo, lo mismo que cuando sólo se le echa medio shekel, aunque lo mejor es que también sonríe cuando no se le echa nada. Además le he buscado un nombre, le he puesto Pesajson, como el hombre que tuvo nuestro buzón antes que nosotros, un buzón del que mi padre no consiguió arrancar la etiqueta. Pesajson no es como mis oros juguetes, es mucho más tranquilo, sin luces ni resortes, y sin pilas que le derramen su líquido por la cara. Lo único que hay que hacer es tenerlo vigilado para que no salte de la mesa.

-¡Pesajson, cuidado que eres de cerámica! –le digo cuando me doy cuenta de que se ha agachado un poco y mira al suelo, y entonces él me sonríe y espera pacientemente a que yo lo baje. Me encanta cuando sonríe; es sólo por él que me tomo el cacao con la nata todas las mañanas, para poderle echar el shekel por el lomo y ver que su sonrisa no cambia ni una pizca.

-Te quiero, Pesajson –le digo después-, y para ser sincero te diré que te quiero más que a papá y a mamá. Además siempre te querré, pase lo que pase, aunque atraque tiendas. ¡Pero si llegas a saltar de la mesa, pobre de ti!

Ayer vino mi padre, agarró a Pesajson y empezó a sacudirlo salvajemente boca abajo.

-Cuidado, papá –le dije-, a Pesajson le va a doler la panza –pero mi padre siguió como si nada.

-No hace ruido, ¿sabes lo que quiere decir eso, Yoavi? Que mañana vas a tener un Bart Simpson en patineta.

-¡Qué bien, papá! –le dije-. Un Bart Simpson en patineta, genial. Pero deja de sacudirlo, porque haces que se sienta mal.

Papá dejó a Pesajson en su sitio y fue a llamar a mi madre. Volvió al cabo de un minuto arrastrándola con una mano y agarrando un martillo con la otra.

-¿Ves cómo yo tenía razón? –le dijo a mi madre-, ahora sabrá valorar las cosas, ¿a que sí, Yoavi?

-Pues claro –le respondí –le respondí, porque la verdad es que así era, pero a los pocos minutos mi padre se impacientó y me espetó:

-¡Venga, rompe el cerdito de una vez!

-¿Qué –exclamé yo-. ¿Romper a Pesajson?

-Sí, sí, a Pesajson –insistió mi padre-. Anda, venga, rómpelo. Te mereces ese Bart Simpson, te lo has ganado a pulso.

Pesajson me brindó la melancólica sonrisa de un cerdito de cerámica que sabe que ha llegado su fin. Al diablo con el Bart Simpson, ¿cómo iba a darle un martillazo en la cabeza a un amigo?

-No quiero un Simpson –dije, y le devolví el martillo a mi padre-, me basta con Pesajson.

-No lo has entendido –me aclaró entonces mi padre-, no pasa nada, así es como se aprende, ven, lo voy a romper yo. Alzó el martillo mientras yo miraba los ojos desesperados de mi madre y luego la sonrisa fatigada de Pesajson, y entonces supe que todo dependía de mí, que si no hacía algo, Pesajson iba a morir.

-Papá –le dije sujetándolo de la pernera.

-¿Qué pasa, Yoavi? –me respondió con el martillo todavía en alto.

-Quiero un shekel más, por favor –le supliqué-, deja que le eche otro shekel, mañana, después del cacao, y entonces lo rompemos, mañana, lo prometo.

-¿Otro shekel? –sonrió mi padre, dejando el martillo sobre la mesa-. ¿Ves, mujer?, he conseguido que el niño tome conciencia.

-Eso, sí, conciencia –le dije-, mañana. –Y eso que las lágrimas ya me ahogaban la garganta.

Cuando ellos ya habían salido de la habitación abracé con mucha fuerza a Pesajson y di rienda suelta a mi llanto. Pesajson no decía nada, sino que muy calladito temblaba entre mis brazos.

-No te preocupes –le susurré al oído-, te voy a salvar.

Por la noche me quedé esperando a que mi padre terminara de ver la tele en la sala y se fuera a dormir. Entonces me levanté sin hacer ruido y me escabullí con Pesajson por la galería. Caminamos juntos muchísimo rato en medio de la oscuridad, hasta que llegamos a un campo lleno de ortigas.

-A los cerdos les encantan los campos –le dije a Pesajson mientras lo dejaba en el suelo-, especialmente los campos de ortigas. Vas a estar muy bien aquí.

Me quedé esperando una respuesta, pero Pesajson no dijo nada, y cuando le rocé el morro como gesto de despedida, se limitó a clavar en mí su melancólica mirada. Sabía que nunca más volvería a verme.

la presentación de martín

Nombrar lo ausente (in memorian Ana Aguirre)
Es gilt, in der bereitenten Nähe zum Fehl so lange harren, bis aus der Nähe zum fehlenden Gott das anfängliche Wort gewährt wird, das den Hohen nennt
Ésa es la frase del libro "Briefe und Begegnungen" de Bernhard Welte (Klett-Cotta, Stuttgat 2003) que compagino para la Editorial Biblioteca Internacional Martín Heidegger, cuando debo interrumpir la labor traducteril para asistir a mi sesión de terapia. Pero la interrupción de la frase no es la única interrupción. El portero me sale al paso y me revela que mi psicóloga está muerta. Se apresura a diferenciarse, como se estila hacer, del cadáver. Por definición un muerto es alguien que ha hecho algo que nosotros no. Hay que enfatizar o reduplicar esa distinción: "fumaba que daba calambre", me dice, con el orgullo antitabaquista de alguien que resiste la tentación de un cigarrillo, incluso el más intenso, el de luto, por la rotunda razón de que jamás le tomó el gustito. Rememoro el primer día, cuatro años atrás por lo menos, cuando le dije que dos pesos el minuto (80 pesos la sesión de cuarenta minutos) me parecía un poco mucho y ella me contestó que era muy conciente de que la plata no la cagan los perros, con una frase elocuente: "esa plata tampoco me la voy a fumar".
Me invaden las más contradictorias emociones. Por supuesto la impresión, el shock, el desamparo, la orfandad (la persona encargada de libertarme del apego hacia la infantilización y las tutelas parentales me convencía desde un lugar de impasible eternidad: que la impermanencia la haya fagocitado no deja de tener algo de paradójico, como un enfermero enfermo o-antes la metáfora valía-un hombre que llora). Pero también el alivio de que se lleve definitivamente mis secretos a la tumba, como no lo hizo la psicóloga de Kim Basinger o el psicólogo de Miterrand (quien hace unos meses desenmascaró el hecho de que Francia entregó a Thatcher la clave para desactivar los Exocet que nos había vendido, para evitar que nos tirasen la bomba atómica).
No puedo soslayar un matiz de la perturbación: la sensación momentánea de que su fallecimiento constituye una popperiana refutación de su postura contraria a la visión sanitaria del mundo ("también los que toman agua mineral se van a morir ¿qué se creen?").
La principal emoción, empero es: lo gárrulo, lo trivial, lo calumniador del acto de morir, un hecho sólo trascendente porque es irrevocable. Además la tragedia no es que exista la muerte, sino que la sufran las personas equivocadas ¿no? Y la catarata de cadenas asociativas me trae como una ola todas y cada una de sus palabras: siempre aguerridas, en una casi dilogia lacaniana con su apellido. Que no compita porque mi hermana no tuvo los mismos padres que yo. Que consustanciarse con el victimario (entender a Hitler, digamos) es olvidar que se está en el lugar de la víctima. Que no está mal una pedagogía de la insaciable sobreexigencia implacable como la que sostiene mi padre, ni una del apoyo incondicional, el aliento, y la connotación positiva de todo como la que forjaba mi madre, pero que "lo que mata es la mezcla" (ella llamaba a esos imperativos que se anulaban mutuamente, "los 20 mandamientos").
Que poner límites no es "mala onda", sino tener el cuidado de ayudar a orientar a los otros.
Que la palabra que funda la inteligencia no es "te amo", sino "NO".
Que mi amor a la verdad confundía la verdad filosófica con la verdad de la vida, que es de la índole del juego del truco.
Que más que el peligro de ser "un nene de mamá" yo ya corría el distinguido peligro de ser "un viejo de mamá".
Que el "capital invertido" de amor que yo tenía en mi ex-novia Sandra era un capital del cual no podía disponer, estaba engrampado en el corralito y era levemente estúpido no ir a amasar y darle masa a una otra fortuna.
Que si no estaba casado, ni todavía recibido, íntimamente yo tenía que enterarme de que no era por otro motivo que: que yo no lo había querido así.
Que el amor son las flechas ciegas de Cupido, que amar es determinista, a lo sumo puedo elegir cierto vago derecho a veto (hacerme el pelotudo).
Que dado que no hay libertad en el amor, uno debe ser juzgado por lo que sí controla: el estudio, el trabajo, la preparación de ciertos platos.
Que "vivir no es necesario, navegar sí es necesario" como decían los vikingos, vale decir: para vivir lo que se dice vivir hay que tener una pasión (en mi caso, por ejemplo, escribir-¿ESCRIBO MAL? 1536950101-)-acerca de esto Jack Palance se ganó un merecidísimo Oscar al actor de reparto en "Amigos siempre amigos" al enunciar que el secreto de la vida es uno. -¿Cuál?-pregunta Billy Cristal. -Una sola cosa resuelve el enigma de la vida. -Está bien, ya estoy intrigado-insiste con norteamericano pragmatismo-¿cuál es esa cosa?.-Eso lo tenés que averiguar vos. Para mí es arriar ganado. El secreto de la vida es ocuparse prioritariamente de una cosa, concentrarse en lo que te importe más. Ahora, si va a ser la ingeniería atómica o la confección de bufandas, eso lo que tenés que decidir vos.
Que la insatisfacción es inevitable, que no habría, qué se yo, películas, si la gente pudiera ser de veras feliz. Recuerdo hablando de películas cómo le gustaba Anne Bancroft, cómo le disgustó "Las invasiones bárbaras" (por el pésimo lugar del padre de los protagonistas glorificados) y cómo me encontré con ella en el Belgrano Multiplex cuando fui a ver la que logró el objetivo de la anterior, la excelente "El gran pez".
Contra los clichés imbéciles, su excelente definición de la droga: "la droga es suspender la búsqueda".
Su admirable crítica a Bush cuando condensamos una definición del suicidio: "sería la muerte preventiva ¿no?".
La ingenuidad, la imposibilidad de decirlo todo ("la totalidad es la máscara de la nada").
La importancia del lenguaje como matriz de la percepción: Menem era rubio y de ojos celestes porque enarbolaba el discurso de los rubios y de ojos celestes.
Su opinión de lo políticamente correcto: "ahora los llaman originarios y les rinden tributo porque ya están exterminados, lo primero que harían si vivieran es matarlos".
Su luminoso resumen de tendencias familiares: "no te importe: tu papá siempre va a necesitar alguien a quien criticar y tu mamá siempre va a necesitar alguien a quien cuidar".
La irreproducible bendición de absolverme de la obligación de ser un genio como prodigiosamente prometía mi infancia, pero con la encantadora advertencia: incluso pudiendo serlo.
Su fundamentalismo freudiano ("hasta ahora la ciencia no pudo refutar la neurología de Freud").
Su apasionada indignación ante algunas actitudes serviles mías ("ah, entonces estás pagando para tener un padre"; "sin duda tu madre quiere el bien, pero tené en cuenta que todas las masacres se llevaron a cabo en nombre del Bien con mayúsculas").
Su estímulo a la docencia ante mi fobia a dar clases ("ese temor es la marca de la responsabilidad, lo irresponsable sería NO tener miedo a no saber lo suficiente").
Su sabiduría de mujer experimentada para salvarme de algunos amoríos enfermizos ("esa histeria es un juego de luces, la seducción consiste en decirte acercáte, alejáte, acercáte, alejáte; pero el amor real busca la unión"), para abrirme los ojos ante dolorosos rechazos ("está obligada a decirte eso, para defenderse de la atracción") o ante desconcertantes ofertas ("te dice que hagas con su cuerpo lo que quieras porque sabe que su propio deseo es errático").
Su postura contra la compulsión al goce que redunda en el vacío más doloroso, pero también contra el facilismo de un discurso condenatorio ("¿por qué tenés que madurar, acaso sos una fruta?").
Su abierto apoyo a mi necesidad de hermosura (-"me iban a presentar a esta chica que supuestamente era mi alma gemela pero yo pregunté ¿es linda?"- Excelente pregunta, es lo que había que saber).
Su abierto apoyo a mis desobediencias filiales ("las deudas de dinero se pagan con dinero").
Su opinión de su colega (mi empleador): -Es un Narciso completamente demente, saca unas solicitadas incendiarias con su nombre en letras inmensas, pero vos tenés que ir, trabajar y cobrar, no te vas a casar con él.
Su redefinición de la masturbación (mi primer psicólogo me la prescribió para que yo viviera con mayores autogratificaciones y menores culpas-aunque en una extraña "inversión de la carga de la prueba" mi padre un día me gritó que si yo vivía tan culposo era porque vivía haciéndome la puñeta-; mi segundo psicólogo procurando que yo tuviera ahora un "comercio directo con la divinidad", como dice Borges, la anatemizó: como yo le conté que miraba la foto de Jelinek-Karina, no Elfride-como sorprendiéndola in fraganti y como usufructuando de esa imagen en una fantasía que bordeaba con la violación sentenció que masturbarse es un robo. Ana me dijo que en todo caso es "robarse a sí mismo" pudiendo "descender a los suculentos valles del erotismo" de otra manera mejor.
No sin su vital e imperecedera celebración de EROS quise terminar este lamentar el triunfo de TÁNATOS. La mujer que más y mejor me conoció, al mismo tiempo siempre fue (tenía que serlo) una completa desconocida para mí.¿Cómo encuadrar la muerte de tu analista?. Uno no sabe si llorarla como a la pérdida más íntima u obligarse a la compostura como cuando todos advierten que sería ridículo que llores así por tu canario. De algún modo siempre fue un fantasma, una sobrehumanidad infalible. También puedo repetirme que mi representante del inconciente en la Tierra merece que haga honor a la verdad psíquica de que para el inconciente no existe el "no". O transmutar la necesidad de hablar de quien ha muerto en un concentrado terapéutico prodigioso.
Es muy misteriosa la recepción que tenemos de la muerte. Todas las religiones la niegan ( o bien es un tránsito, o bien tu mero envase corpóreo muere y tu descendencia te continúa y recuerda-versión occidental; o bien es todo, está omnipresente, la hermosa y saludable Scarlett Johannsson es muerte, el instante en el que hablo ya dejó de existir y como todo es impermanencia, el cese de las funciones cardiorrespiratorias no es algo diferenciable y apartado).
A veces demoramos en comunicarla, acaso para dar tiempo a una improbable resurrección. La mayoría de las veces nos importa mucho menos la pérdida de la propia vida del muerto, como el autocompasivo hecho de que nos haya privado a nosotros de su vida. Nos da culpa sobrevivir, los más generosos pronunciamos "¿por qué no morí yo en su lugar?", los menos, "¿por qué no murió Victor Sueyro en su lugar?". Pensamos que si hubiéramos sido mejores para con quien ya no está, tal vez sí estaría. Nos duele más que como un crimen, para decirlo con Dostoievsky, como un castigo. Sin saber qué carajos es la vida, el tiempo, el sentido o si acaso un dios (o la Diosa de mi mujer)me engaña, damos por sentado que morir es inaceptable, inadmisible. Pero tal vez, como sentimos tantísimas veces en Argentina, lo inadmisible es estar vivos, o mejor dicho, lo inconcebible e igualmente irreparable.
Los que se oponen al aborto (que podría defenderse como "matar la nada") saben lo que dijo Sartre: que podemos imaginárnoslo todo, excepto la nada.Leibnitz se preguntó por qué existe algo y no más bien la nada, pero nosotros nos preguntamos mucho más frecuentemente cómo puede devenir en nada lo que fue alguien.
No soy bueno para estetizar necrológicas (el maestro es W.H. Auden, excelentemente traducido por Rolando Costa Picasso, que vive en la fatídica calle Victorino de la Plaza).
Él podrá decir "paren todos los relojes" o "nuestros instrumentos de medición nos aseguran que el día de su muerte fue frío" o que seguirá "en otro jardín". O Whitman: "sé feliz como si yo estuviera contigo, no tengas demasiada seguridad de que no estoy contigo". O Borges: "¿cómo puede morir un ser humano que fue tantas primaveras?"O Shakespeare: "¿Un ratón puede vivir y Cordelia no?"
O Heidegger, en la frase que ahora traduzco: "Por lo tanto urge perseverar en la íntima proximidad de la falta hasta que de la cercanía de la ausencia de Dios nos sea otorgada la palabra iniciadora que nomine lo Alto"...