jueves, 17 de noviembre de 2011


Autoconocimiento y Expiación

Crítica de Abrace, Dios, Honre, el último filme del genial Martín Marko

Martín Marko es un director difícil de ignorar, aclamado como un visionario por sus seguidores y aborrecido por sus opositores. Recordemos lo que sucedió con su anterior trabajo, la colosal y abrumadora Étaient. El filme, un documental de seis horas sobre el genocidio de Ruanda, filmado íntegramente en la góndola de lácteos de un supermercado chino, generó controversia desde el primer momento. No solo sus escenas musicales causaron escándalo e indignación entre la prensa especializada en la función de Cannes sino que aun resuenan los ecos del bochornoso incidente que involucró al presidente del jurado, Martín Marko  y Arzobispo de Orleans, lo cual muy probablemente le haya costado la palma de oro.


Pero en Abrace, Dios, Honre Marko logra lo imposible, logra superarse, rompe aquella barrera que había puesto Étaient y sus sachets  infinitamente expresivos, maravillando una vez más al mundo entero.

La trama de Abrace, Dios, Honre, al menos en su primer nivel, el más epidérmico de este pulsante, visceral organísmico fílmico, puede ser fácilmente resumida. Christopher Walken (Canguro Jack, Gente de Sunset Boulevard) interpreta a Epicurio, un vendedor de autos usados consumido por la monotonía de su trabajo y su vida conyugal (cabe destacar el impactante pero natural trabajo de Rita Cortese como la esposa de Epicurio por más que solamente se vea una foto de esta). Su vida continúa de esta forma, día tras día, hasta que conoce a J.T. (un Fabian Vena casi irreconocible, ya que casi siempre estás de espaldas a la cámara o detrás de la escenografía). J.T. es también un vendedor de autos usados atrapado en la rutina y juntos deciden esperar a que algo cambie. Quince años más tarde una atractiva joven (Milla Jovovich, quien mediante un costosísimo proceso de CGI, luce exactamente como Rita Cortese) se acerca a Epicurio y J.T. con la excusa de comprar un nuevo automóvil pero al darse cuenta que solo tienen autos usados sigue su camino. 

El filme es por supuesto mucho más que esta conmovedora historia de esperanza, engaños y decepciones. Ambicioso, tenaz, íntimo, emotivo, Abrace, Dios, Honre es una exploración de la situación humana en los límites de lo moral, de lo posible, de lo estético. Martín Marko  se enfrenta a cada uno de estos temas con la fotografía y el fuera de campo como sus únicos recursos y nos obliga a los espectadores a tomar partido en la contienda. Marko evita el facilismo de la construcción de personajes y en su lugar concentra sus esfuerzos en dirigir una orquesta de sensaciones. 

Es innegable la influencia de Kiarostami en las escenas de persecución, de quien Marko sin embargo asegura nunca haber tomado inspiración ni haberse acercado a su hija, pero hay también dejos de  Rohmer, Truffaut y del primer Almodóvar. Un estilo que parace cambiar completamente durante las  explícitas escenas sexuales, allí todo remite al Werner Herzog de Land des Schweigens und der Dunkelheit. Los gags físicos podrían llamarse Tarantinescos aunque el momento más hilarante llega de la mano del enredo con la esposa del carnicero, un homenaje al cine de Chantal Akerman, otra fuerte influencia.

“Perdón, ahora vuelvo” dice J.T. en en uno de los momentos más brillantes del filme, cuando tiene que ir al baño, y quizás sea esa frase la que mejor captura todo el espíritu de Abrace, Dios, Honre. Es por un lado un mea culpa, la expiación de todos los pecados fílmicos que alguna vez cometió  Marko y al mismo tiempo un regreso a las raíces, una tabula rasa. Esta idea es inmediatamente reforzada en el magistral plano secuencia que acompaña a J.T. durante su descarga, su expiación corporal en el baño de la concesionaria.

Poco ha comentado el propio Marko sobre el filme en las entrevistas, pero en ellas aprovecha una vez más para demostrar su desdén  por su inclusión en el llamado “nuevo cine argentino”, principalmente porque es albanés y filma únicamente en su tierra natal desde hace cuarenta años.

Abrace, Dios, Honre fue filmada en 35 minutos en formato digital y luego extendida a 5 horas y 47 minutos gracias a una prodigiosa labor de edición. En casi todas salas comerciales se exhibe en un formato reducido, de 5 horas 43 minutos. Afortunadamente en las salas del circuito de cine arte se puede admirar la obra completa. Una oportunidad única para emprender un viaje de autoconocimiento y la expiación.



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